Se trata de un alimento completísimo a nivel nutritivo, por lo que su consumo resulta más que recomendable como parte de una dieta equilibrada.



Tradicionalmente se ha creído que el consumo de huevos, en especial de la yema de los mismos, tenía una relación directa con el incremento de los niveles de colesterol en sangre, aumentando el riesgo de padecer enfermedades cardíacas. Sin embargo, según acaba de hacer público el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC) parece ser que los últimos estudios muestran cómo la ingesta de huevos como parte de una dieta equilibrada no aumenta de forma significativa esos niveles de colesterol en sangre en el grueso de la población. De hecho, los estudios que investigan las causas alimentarias de las enfermedades cardíacas no han hallado ninguna relación con el consumo habitual de huevos (hasta 6 por semana) ni siquiera en personas con niveles previos de colesterol elevados. 



Obviamente, esto no quiere decir que podamos comer huevos ‘a discreción’. Pero sí que su ‘destierro’ de nuestra dieta no sería en absoluto una buena idea. Y es que , este alimento universal representa una valiosísima aportación nutricional para una alimentación sana y equilibrada, ya que proporcionan proteínas de gran calidad y varias vitaminas y minerales. Además, otra de sus ventajas es que, como todo alimento rico en proteínas, nos ayuda aumentar la sensación de saciedad tras las comidas, por lo que nos pueden ayudar con el control de peso. Incluso, se cree que las sustancias que contiene la yema pueden ayudar a prevenir el deterioro de la vista a causa de la edad. 





SOBRE SU USO Y CONSERVACIÓN: 


Por lo que vemos, prácticamente todo son ‘bondades’ a nivel nutritivo cuando hablamos del huevo (¡por no mencionar su delicioso sabor y sus posibilidades culinarias). Eso sí, deberemos ser muy escrupulosos con su uso y conservación, especialmente ahora que el calor aprieta más, de cara a evitar posibles intoxicaciones como la salmonelosis. Estos son algunos consejos básicos que EUFIC nos propone en este sentido:


·         Es esencial lavarse las manos después de manipular huevos para no transmitir microorganismos a la comida cocinada.

·         Las cáscaras de huevo no deben lavarse ya que están recubiertas por una capa protectora denominada cutícula que evita que las bacterias penetren a través de los poros de la cáscara. Si el huevo está sucio y hay que lavarlo, debe utilizarse inmediatamente. 

·         Los huevos rotos y sus cáscaras deben tirarse a la basura enseguida y no deben guardarse junto a los huevos intactos. 

·         Es importante no cambiar repetidamente la temperatura a la que se almacenan los huevos ya que puede hacer que se condense agua en la cáscara, lo que promovería el crecimiento de bacterias y su penetración en el interior del huevo. 

·         Dado que la bacteria salmonella muere al entrar en contacto con calor, se recomienda cocinar todo el huevo de forma apropiada a una temperatura mínima de 70ºC para mejorar su seguridad. 





  • Los grupos más vulnerables, como las personas ancianas, enfermas, niños y mujeres embarazadas deben consumir siempre huevos que se hayan cocinado completamente. 
  • Se recomienda limpiar y desinfectar las superficies donde se haya batido huevo crudo y garantizar que no haya otros alimentos preparados en las inmediaciones mientras se baten.

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